viernes, 15 de junio de 2007

Que llegue ya el domingo

¡Qué semana llena de tópicos! 109 años de historia en 90 minutos, el partido más importante de la historia, etc, etc. A pesar de llevar toda la semana entre PBL’s y chanflainadas, cada vez que cruzo una mirada con algún correligionario o con algún otro más cercano al enemigo, me vienen las primeras palabras que oí el lunes por la mañana: “Javier, miedo”.

Tengo miedo, congoja, jindama y casi hasta pirrillera. Dirán ustedes que soy un simple por gastar tantas energías para sufrir por once mangarranes que corren (en el mejor de los casos) en calzón corto dando patadas al balón sin ningún sentido la mayoría de las veces.

Pues sí lo soy. Una de las cosas que recuerdo de mi niñez (a los 5 años todavía era niño, por si alguien lo pone en duda) es estar en Bilbao el día que el Athletic ganó la última final de Copa. Llevo 21 años pegado a una radio que me trajo mi padre cuando era pequeño, y hasta en Hyde Park me las arreglé para oír en Radio Exterior de España lo que hacía por aquel entonces el equipo de un tal Dragoslav Stepanovic que estuvo también a punto de buscarnos la ruina.

Por todo eso y mucho más estoy en un estado de excitación tal que necesito que sea ya domingo y que pase lo que tenga que pasar. Si el lunes falto al trabajo no me busquéis. Dejaré el testamento hecho (los discos para Mendikute, la colección de recortes de periódico para Borja que sé que los aprovechara, los gruñidos para Xanti y una tableta de chocolate para Cris) y los exámenes puestos.

miércoles, 13 de junio de 2007

Hay días y días

Hay días en que uno no se aguanta a sí mismo, va cabreado como un mono, y no le importa nada ni nadie porque no tiene fuerzas para otra cosa que para seguir cabreado.

Hay días en los que uno quisiera hacer cosas, pero lo sucede como a un oscilador mal diseñado, que la condición de ganancia no se cumple, es decir que le falta chicha para continuar el vaivén inicial, o que la condición de fase va por donde quiere y uno se mueve de la manera equivocada.

Sin embargo, hay otros días en los que te reconcilias con el mundo y con la profesión. Y hoy es uno de esos, en los que después de tanto predicar en el desierto, de aguantar malos genios y de provocar malos humores, parece que algo sale en claro.

Cuando vienen mal dadas hay dos posibilidades: la primera es pensar que los demás andan igual de mal que uno, y que eso hará que la mediocridad se convierta en medianía, cuando son dos cosas que no se parecen ni en el blanco de los ojos. Esa no me gusta, porque ya se sabe que “mal de muchos, ...”.

La segunda es mi preferida y el mundo ha funcionado así desde que es mundo. Se trata de agruparse en torno a algo, un concepto, una idea, o un enemigo común, y plantarle cara. Me gusta ver que la gente se decanta por esta segunda solución, aunque sea para ahuyentar fantasmas imaginarios. “L’union fait la force”. Tanto que se habla de trabajo y unión, cooperativismo y valores, ¡caramba! Me apetecía ver todo esto llevado a la práctica.

Quizás mañana vuelva a amanecer nublado y la risa se torne en llanto; pero eso ya no está muchas veces en manos de cada uno. Mientras tanto, seguiremos el lema de la canción de Serrat: “Hoy puede ser un gran día... y mañana también”.

P.S.: La recomendación cinematográfica del día es para gente que se quiera reconciliar con el mundo, como un servidor. Frank Capra y Stewart en "¡Qué bello es vivir!" ¿Qué es un cuento de hadas? ¿Qué el mundo no puede ser tan maravilloso? Puede, pero la lagrimilla del final no me la quita nadie.