viernes, 23 de noviembre de 2007

¿Los vascos y las vascas? (I)

Llevo tiempo queriendo hablar de un tema que me preocupa sobremanera y lo saco hoy porque el otro día en clase me metí en un pequeño berenjenal (para variar) y puede que aquí provoque otro conflicto diplomático.

Acudí hace una semana a la presentación en MGEP de la recién creada Innobasque (Agencia Vasca de Innovación) donde su presidente, a la hora de dirigirse a nosotros y de hablar de la sociedad vasca en general, lo hacía empleando la manida expresión “los vascos y las vascas”. La cuestión es que de vuelta a clase (después de horita y media de estupenda charla) y por comentar a los alumnos este tema que consideraba interesante, empleé el mismo latiguillo sin darme cuenta, y procedí a rectificar de inmediato diciendo que me parecía innecesaria emplear dicha fórmula para dirigirme a todas las personas de ambos sexos presentes en el aula. Este comentario fue respondido de inmediato, tachando mi afirmación como de machista, a lo que alegué que la normativa de la RAE es clara en ese aspecto.

Paso a reproducirla de forma reducida:

Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos.

La mención explícita del femenino se justifica solo cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos.

El uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto.

Y ahora del Diccionario Panhispánico de dudas:

Para evitar las engorrosas repeticiones a que da lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la alusión a los dos sexos, ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su trazo las vocales a y o: l@s niñ@s. Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en Día del niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño.

Por tanto, desde el respeto a todas las formas de expresarse, parece claro que el empleo del término masculino para referirse al colectivo es de una validez impecable desde el punto de vista normativo. Si se quiere usar la forma redundante, paladín de cuya causa es el Lehendakari, no será por corrección del lenguaje, sino por razones que van más allá de la lingüistica y que cada uno deberá valorar en su justa medida.

Como ha salido un poco largo y aburrido, otro día cerraré el tema con lo que me pareció el colmo de los colmos, como es alterar una de nuestras más populares canciones de forma cutre salchichera.

P.S.: Como corro el riesgo de que alguno me tache de cavernícola o peor, la recomendación cinematográfica de hoy es evidente, “En busca del fuego”. Eso son cavernícolas y lo demás son tonterías.