miércoles, 17 de junio de 2009

La espada de Damocles

Querido/s lector/es,
¿No les ha pasado nunca acudir a una cita/reunión/comida/convocatoria con la sensación de que todo el pescado está vendido? ¿De que uno está sentenciado? Les voy a ser sincero. A mí últimamente me pasa cada vez más. El destino se escapa de mis manos (no sé si en algún momento tuve cacidad de elección, pero sé que ahora carezco de ella en absoluto) como el agua se escurre entre los dedos por mucho que intente apretar el puño con fuerza.
Llega un momento en que ya da todo igual. Por mucho que haya sido inasequible al desaliento, la realidad es obstinada. En ese momento viene a la mente la imagen Damocles, con una espada pendiendo sobre su cabeza con la única sujeción de un pelo de crin de caballo. Pero lo importante en este caso no es el destino de Damocles, sino la reacción que su ejecución pueda traer. ¿Traerá alguna? Batek daki.
Este depripost sólo puede terminar con uno de los grandes temas de la música popular mexicana, la canción del "Preso nº 9" interpretada por uno de los tríos más grandes que ha dado la música de ese país.

EL PRESO NÚMERO 9
Al preso número 9
Ya lo van a confesar
Está rezando en la celda
Con el cura del penal
Porque antes de amanecer
La vida le han de quitar
Porque mató a su mujer
Y a un amigo desleal.
Dice así al confesor:
Los maté, sí señor,
Y si vuelvo a nacer
Yo los vuelvo a matar

Padre no me arrepiento
Ni me da miedo la eternidad
Yo sé que el Ser Supremo
Allá en el cielo los juzgará
Voy a seguir sus pasos
Voy a buscarlos al mas allá.

El preso número 9
Era un hombre muy cabal
Iba la noche del duelo
Muy contento a su jacal
Pero al mirar a su amor
En brazos de su rival
Ardió en su pecho el rencor
Y no se pudo aguantar
Al sonar el clarín
Se formó el pelotón
Y rumbo al paredón
Se oyó al preso decir:

Padre no me arrepiento
Ni me da miedo la eternidad
Yo sé que el Ser Supremo
Allá en el cielo los juzgará
Voy a seguir sus pasos
Voy a buscarlos al mas allá.


domingo, 14 de junio de 2009

La puta calor

Viendo y oyendo lo vivido el sábado en Alcorcón me viene a la memoria una anécdota que he oído en casa desde pequeño, y es el recuerdo del combate que allá por 1975 enfrentó al púgil español Perico Fernández con un tailandés de nombre impronunciable (Saensak Muangsurin) en el lejano oriente con una humedad insoportable y un calor sofocante (45 grados según cuentan las crónicas). Aquí fue donde, pese a perder, el boxeador español se hizo con un hueco en la memoria colectiva, achacando su derrota (abandono en el octavo asalto) a “la puta calor”.

Si en aquella ocasión el calorazo mediatizó la pelea, algo parecido sucedió con el partido de ayer. Todos los condicionantes fueron los precisos para ver una castaña de partido como las que nos tuvimos que tragar: bochornazo (38 grados a la hora del partido), terreno de juego duro e irregular (que casi le cuesta un disgusto al portero local), y otra vez las mismas sensaciones que en los encuentros anteriores: el Real Unión no es inferior a ninguno de sus rivales, muestra una seguridad defensiva apreciable, pero le cuesta más meterla que a los protagonistas de Vaya Semanita.

Cuesta elaborar juego y los destellos de calidad que hemos visto durante el año en las botas de gente como Abasolo, Juan Domínguez, Quero o Seguro se hacen de rogar. A Goiko se le ve sólo y un tanto desquiciado porque los árbitros no sólo no le dejan fajarse, sino favorecen claramente a los defensores.

En cinco partidos, dos goles a favor: uno con rebote de por medio y otro de penalti. Esto hace que haya que valorar el resultado conseguido en Alcorcón con mucha prudencia, y que vayamos a pasar otra semanita de aupa dando vueltas a la cebolla imaginando nosecuantos escenarios de partido posibles, favorables y contrarios.

Tocará revisar las pilas de los marcapasos, cuidarse del aire acondicionado para poder llegar con la garganta en perfectas condiciones y apretar con todas las fuerzas porque el domingo es el día. Como he repetido tantas y tantas veces no cabe otro resultado que la victoria, y el domingo acudiremos al Stadium Gal con el convencimiento de que el año que viene la Segunda División saldará la deuda que tiene con el Real Unión desde hace 44 años.

Quedan 7 días.