lunes, 28 de julio de 2008

Si, pero donde estén los clásicos

Hoy toca una de cine animado. Aprovechando el fin de semana más largo de lo habitual he saldado una cuenta que tenía pendiente desde hace tiempo con el cine de animación moderno: Shrek.

Supongo que los que visitan este cajón de sastre ya tendrán vista esta película que pasa por ser referente absoluto dentro de los “dibujos animados” y probablemente la mayoría, al igual que la práctica totalidad de críticos y aficionados, tendrán las cintas del ogro verde en un altar.

La verdad es que tanto Shrek como Shrek 2 están muy bien (no he podido ver la tercera): humor irreverente para adultos, algún personaje extraordinariamente gracioso como Asno, crítica a calzón quitado del pomposo mundo de Disney, referencias cinematográficas a tutiplén, y en definitiva un ritmo que no decae y hace que los aproximadamente 80-85 minutos de cada película pasen ni demasiado deprisa ni demasiado despacio.

Y sin embargo, me falta algo. Quizás es porque como los antiguos sigo concibiendo el cine de dibujos animados como algo para niños o para mayores que recuerdan como fueron niños, y por eso dentro de los tiempos modernos me quedo con “Buscando a Nemo”.

Pero si tenemos que hablar de largometrajes de animación, falta la estrella absoluta, aquélla que nos lleva 70 años atrás: “Blancanieves y los siete enanitos”. (Por favor, dejen de reír a mandíbula batiente).

La película lo tiene todo: dibujos bonitos, temas musicales extraordinarios, una historia sencilla con su punto de misterio (a mí la madre de Blancanieves me sigue dando miedo). Las escenas en que participan los enanitos son memorables: la salida de la mina, el baile con Blancanieves, el paso por el pilón para lavarse antes de cenar, el velatorio del cuerpo de Blancanieves cuando la creen muerta, ... ¿Por qué hay que empeñarse en destruir ese mundo de fantasía si es realmente fantástico?

A los que no la hayan visto: dadle una oportunidad. No la despreciéis porque os parezca algo de otro tiempo. Y si podéis, hacedlo con el doblaje latinoamericano (la última versión en español ibérico pierde encanto).