jueves, 10 de enero de 2008

Patochada

Una de las sensaciones más futboleras que puede haber es la de ir a San Mamés un miércoles de Copa. Parece que nada va a suceder en una tarde invernal de miércoles y, de repente, los vomitorios empiezan a escupir hinchas que llegan con la esperanza de reverdecer laureles y recuperar tardes de gloria.

Y de repente... la cruda realidad. A cinco minutos para comenzar el partido, un campo casi centenario asiste con bochorno a un borrón impropio de un club serio: los operarios del campo están repintando las antiguas líneas de banda devolviendo al terreno de juego sus dimensiones habituales que había perdido instantes antes por mor de una argucia del entrenador.

No entraré a discutir si es legal o no, y no me vale como excusa la que apuntaba Caparrós en la rueda de prensa tras el partido: “Otros equipos no riegan el césped cinco desde cinco días antes de la visita del Athletic y dejan crecer la hierba”. Suena a excusa de niño pequeño.

Todo esto me recuerda a las que montaba Napoleón de Tarifa, hombre dado al capricho y bufón de la corte al que se le rieron las gracias mientras todo iba bien: los kleenex de Antic en la rueda de prensa, supersticiones varias como que perder el primer partido le daba suerte, ...

Caparrós tiene que aprender que todavía no tiene el crédito suficiente para andar con semejantes patochadas.

Por cierto, otro triste empate que dejó en evidencia todas las carencias del equipo. Pero bueno... mientras hay vida hay esperanza y habrá que ver si la montaña olímpica hace reavivar la tenue llama que casi no nos alumbra por los senderos pedregosos por los que nos movemos desde hace tiempo.

lunes, 7 de enero de 2008

Vuelta la burra al trigo

Cuenta la anécdota que Alfredo Di Stefano, en un día de entrenamiento y visiblemente enfadado, dijo a uno de sus guardametas: “Bien está que no me pare usted las que van dentro, pero no me meta también las que van fuera”. Algo similar podría haber dicho ayer Caparrós a Fernando Llorente, viendo las ocasiones que desperdició y maldiciendo la desgraciada jugada en que un balón, que no se sabe si iba dentro, acabó en la portería del Athletic tras rebotar en el rostro del ariete rojiblanco.

Una vez más - no se sabe cuántas van ya- y apelando a fecha tan señalada los jugadores del Athletic se vistieron de Reyes Magos, y repartieron regalos: tres puntos para los seguidores del Racing y paladas de carbón para los suyos. Los que apelan a la seguridad defensiva, y perdónenme la socarronería, dirán que, a diferencia del año pasado, el equipo encajó un único gol en lugar de cinco.

El resto estamos con el tembleque mirando la clasificación, viendo que el equipo no ve puerta y que algunos otros están empezando a apretar. En cuatro partidos hemos pasado de ser el primero a ser el último en el pelotón de los torpes, y una vez más, lo único que nos libra de estar en puestos de descenso es que, por el momento, hay tres peores.

Yo ya he recuperado sensaciones de años anteriores y tengo preparado el traje de batalla para cantar cada gol que metamos de churro y las victorias conseguidas en el último segundo, pero ya se sabe que quien anda con fuego se acaba quemando, y las chispas de la hoguera caen cada vez más cerca.

Y el miércoles, Copa.