No es una de las preguntas más habituales que uno puede hacerse cuando se levanta por la mañana, pero según en qué sitios y a qué horas saber su respuesta bien puede valer para ganarse una cena (todo hay que reconocerlo, cena ganada por méritos propios de los habitantes de cierto piso de Uribe Auzoa, y por méritos ajenos de vecinos de los pisos cercanos).
La cuestión es que de vez en cuando no viene mal dedicar unos momentos de la vida a la distracción, momentos en los que te puedes acabar junto con los que día sí y día también tienes frente a ti.
Una situación parecida es retratada por Serrat en una grandísima canción, “Fiesta”, que se vio afectada en su día por la censura (los términos en negrita fueron sustituidos en su día por versiones más “amables”). Si leéis el texto entero entenderéis su significado (es un poco largo pero merece la pena):
Gloria a Dios en las alturas,
recogieron las basuras
de mi calle, ayer a oscuras
y hoy sembrada de bombillas.
Y colgaron de un cordel
de esquina a esquina un cartel
y banderas de papel
lilas, rojas y amarillas.
Y al darles el sol la espalda
revolotean las faldas
bajo un manto de guirnaldas
para que el cielo no vea,
en la noche de San Juan,
cómo comparten su pan,
su mujer y su galán,
gentes de cien mil raleas.
Apurad
que allí os espero si queréis venir
pues cae la noche y ya se van
nuestras miserias a dormir.
Vamos subiendo la cuesta
que arriba mi calle
se vistió de fiesta.
Hoy el noble y el villano,
el prohombre y el gusano
bailan y se dan la mano
sin importarles la facha.
Juntos los encuentra el sol
a la sombra de un farol
empapados en alcohol
magreando a una muchacha.
Y con la resaca a cuestas
vuelve el pobre a su pobreza,
vuelve el rico a su riqueza
y el señor cura a sus misas.
Se despertó el bien y el mal
la zorra pobre al portal
la zorra rica al rosal
y el avaro a las divisas.
Se acabó,
que el sol nos dice que llegó el final.
Por una noche se olvidó
que cada uno es cada cual.
Vamos bajando la cuesta
que arriba en mi calle
se acabó la fiesta.
Pues eso, hoy le toca otra vez a cada cual ocupar su sitio, pero mientras tanto, que nos quiten lo bailao.