viernes, 6 de julio de 2007

Encuentro en la noche

Dicen que la procesión no termina hasta que pasa el último santo y en el quehacer diario sucede algo similar. Uno no puede estar tranquilo hasta que su cabeza reposa sobre la almohada, ni siquiera tras una agradable velada comiendo piruletas de queso Idiazabal.

Medianoche en el tramo de autopista que lleva hasta Mondragón. Señal de paso de dos carriles a uno solo, lo normal, estamos todo el día de obras. Entre túnel y túnel dos o tres coches detenidos, ¿habrá habido un accidente? ¿Será un pájaro? ¿Será un avión? No, es el turno de noche de los señores de verde oliva que están dando el alto.

Casualidades de la vida. Cuando voy solo en el coche no me paran, pero claro, me ha tocado hacer de taxista de unos sujetos muy sospechosos: un no cumpleañero de Santesteban que nos quiere invitar a café sin dinero y piensa que el coche derrapa en las curvas, uno de Gernika cuya mayor afición es vacilar a los vendedores ambulantes y a las operadoras telefónicas, uno de Eibar que no necesita megáfono para hablar y una de Llodio que también debía de ir en el coche, porque no se le oía. Menuda cuadrilla de delincuentes.

Por supuesto, el saludo de rigor con el respeto y el tono grave que requiere la circunstancia.
-Bájese del coche. ¿Dónde van ustedes?
-A Mondragón.
-¿Todos?
-Sí, vivimos todos allí.
-¿De dónde vienen?
-De San Sebastián, de un acto en el Kursaal.
-Abra el maletero y póngase a un lado, -dice su compañero (de trabajo, se entiende)- que porta un bonito juguete de estos que como le de por estornudar, me atraviesa el juanete del dedo gordo.
-¿Qué lleva usted ahí?-pregunta, señalando una gran carpeta.
-Exámenes, somos profesores, ábrala si quiere.
-Ábrala usted.
A estas alturas de la película a un servidor, que es muy aldeano y sólo le falta la boina a rosca, le tiembla todo por lo que abro la carpeta y le doy al señor unas explicaciones interesantísimas.
-Mire: tiene un libro de microondas (que el g.c. pensaría: ya puede ser digital el microondas y con grill, porque el libro de instrucciones se las trae), una calculadora y los exámenes (por cierto, el ejercicio que vi tenía toda la pinta de estar mal).
-De acuerdo, puede continuar.

Buff, me tiembla todo. Si soy un hombre de bien, que se me ve en la cara ¿es necesario tener que pasar estos tragos? Si todos preferimos los tragos de otro tipo.

P.S.: Para rebajar la tensión la película de hoy tiene que ser una comedia, y a falta de una, que sean dos de uno de los reyes, Billy Wilder. Del sinfín de peliculones, un par para abrir boca (una en blanco y negro, que hay que ir acostumbrándose a la modernidad, y otra en colorines).
-Con faldas y a lo loco: Jack Lemmon y Tony Curtis en el dúo cómico de travestidos, y Marilyn Monroe poniendo el resto (y cantando y tocando el ukelele). La frase final de la película pasó a la historia del cine: “Nadie es perfecto).
-Primera plana: Jack Lemmon y Walter Matthau son dos periodistas que cubren la ejecución más alocada de la historia en una historia llena de mordaces diálogos, y donde Matthau borda su papel de granuja (como hacía en “En bandeja de plata”). Aparece una joven Susan Sarandon.