lunes, 10 de marzo de 2008

Ci vediamo, Pippo

Si les dijera que ha muerto di Stefano todos se apresurarian a acudir a los periódicos porque seguro que en primera plana se daría cuenta del deceso del astro futbolístico, o verían el noticiario de la noche donde sería noticia de cabecera.

No se asusten, parece que a Don Alfredo le queda cuerda para un rato. El que falleció ocupando sólo unos instantes –y no en todos los programas- fue el legendario Giuseppe di Stefano, uno de los grandes tenores del siglo XX. Alcanzó la gloria en vida, aunque fuera de manera efímera, pero de sus méritos podrán leer historias en cualquier foro o página del ramo.

Mi experiencia con Pippo se remonta a la época cada vez más lejana de estudiante donde, mirando la pela, recorría las ferias de discos de ocasión. En una de ellas encontré una colección de CD’s muy barata (realmente barata, creo que eran 10 CDs por 3000 pesetas de la época) ideal para regalar a mi padre, que incluía una selección de los mejores artistas del género. Para qué negarlo, la colección resultaba ser infumable en cuanto a su calidad sonora, pero aún así pude descubrir una voz que me enamoró desde el primer momento: una voz vibrante y cálida con la que me sentía totalmente identificado. Un poco más tarde un doble disco con grabaciones en estudio dio el espaldarazo definitivo a un flechazo que dura hasta hoy.

Evidentemente, no es oro todo lo que reluce y más adelante me enteré de que di Stefano estuvo en lo más alto unos diez años, que probablemente se equivocó en la evolución de su repertorio y malogró uno de los talentos naturales más grandes de la segunda mitad de siglo XX llegando a cascar la voz totalmente (tiene editado un disco precioso de grabaciones históricas en directa donde se sale en todos los cortes salvo en dos de los años 1962 y 1963 donde la voz le falla, los agudos están calados, y prácticamente va persiguiendo a la música durante toda la interpretación), que era perezoso y no acudía a los ensayos con regularidad por lo que le costaba horrores aprenderse ciertos papeles, … Pero todo ello no hace sino elevar a la categoría de mito a un cantante que de por sí tiene lugar reservado en el Olimpo musical.

Algunos pretenden recordarle sólo como el tenor que acompañó a Callas formando probablemente la pareja más celebre de la historia de las grabaciones operísticas, pero algunas opiniones de sus compañeros de profesión nos hacen ver que fue algo más:

“El pudo haber sido el más grande de entre todos nosotros”, Jussi Bjorling (otro grandísimo).
“¡Oh, cómo deberíamos atesorar sus años de oro!”, Giulietta Simionatto (compañera de fatigas y sufridora de los olvidos de Pippo).
“Quiero hacer sentir a la gente lo mismo que sintieron cuando escuchaban a di Stefano”, José Carreras.

Por todo esto y mucho más, permanecerá siempre en nuestra memoria.

Un poco más lejos... un poco más cerca

Se ha generado en torno al Athletic todo un mundo de creencias y supersticiones que hacen temblar a cualquiera los días de partido: que si los días de viento sur no le convienen, que si cuando se tributa algún homenaje o hay cualquier acto antes de comenzar el partido el equipo pierde, que si tal y que si cual, ...

De esta guisa el partido de ayer contra el Valladolid tenía una pinta horrorosa: día ventoso con amenaza de tormenta y chaparrones intermitentes, homenajes varios, visita de Mendilibar, ... Por tanto, pasó lo que tenía que pasar y los primeros minutos tuvieron un ambiente enrarecido y ajeno a San Mamés que suele esperar a levantar el runrún contra el equipo a que éste vaya perdiendo. Sin embargo, el Athletic se saltó el guión haciendo gala, por una vez, de una eficiencia casi desconocida por estos lares y sacando adelante un partido con ciertas dosis de fortuna y oportunismos: todas las circunstancias que habitualmente resultan contrarias ayer se pusieron a favor: gol tempranero, expulsión de un contrario, gol de churro.

Los de la botella medio vacía tienen razones para alzar la voz y protestar por una victoria pírrica y que tardó en llegar (7 minutos de descuento), pero hay veces en que lo más importante es el qué y no el cómo. Generalmente, en el cómo se fijan los perdedores (si no, no había más que escuchar la COPE ayer anoche).

Los de la botella medio llena tenemos que estar preocupados porque sabemos que esta forma de ganar es pan para hoy y hambre para mañana, pero dentro del sufrimiento preferimos quedarnos con lo bueno (Gabilondo redivivo, Llorente asistente además de goleador, puerta a cero) porque si no los lunes se harían muy largos.

El sábado que viene toca viajar a Heliópolis donde otra vez la máquina de los tópicos se pondrá en marcha: la maldición del Athletic con el Betis, ... Vamos a ganar