miércoles, 10 de septiembre de 2008

La ciudad no es para mí (ocho meses después)

Tras las andanzas del aprendiz de Paco Martínez Soria por la capital del Reino allá por enero, la amenaza fantasma se cernía nuevamente sobre la coronilla del ciudadani irunés en forma de reunión programada con premeditación, alevosía y nocturnidad a cuenta de un proyecto europeo.

Pese a que hubo una intentona de enmarronar a un buen amigo para que se atreviese a meterse en un fregado sobre el que ninguno de los dos tenía mucha idea, y que además implicaba unas cuantas intervenciones en inglés delante de un público selecto procedente de diversos rincones europeos, finalmente el destino quiso que hubiese que emprender la marcha el lunes por la mañana.

Lo reconozco. Desde que se confirmó la reunión el nivel de mal humor ha sido directamente proporcional al nudo producido en el estómago cada vez que pensaba en el ridículo espantoso que podía hacer en una reunión de ese calibre. Pero bueno, como el hombre propone y Dios dispone, con ayuda de unos y de otros estamos de vuelta sanos y salvos, y sin visos de enfermar como la última vez. Eso sí, supongo que Shakespeare se habría revuelto en su tumba si hubiese oído la gran demostración de torpeza idiomática de un servdor.

De todo esto mi mayor pena ha sido faltar a dos días un tanto especiales, como son el 8 de septiembre, Alarde de Hondarribia, y el 9 de septiembre festividad de la Virgen de Arantzazu, patrona de Gipuzkoa y por la que siento especial devoción por diversas circunstancias.

De manera clandestina y entre unas y otras radios, algo se pudo escuchar de lo que pasaba en Hondarribia (o de lo que nos quisieron contar dichas emisoras). Mi corazón, mente y espíritu estaba con esos hondarribitarras que abarrotaban las aceras esperando a ver el paso del Alarde, dando fin a 365 días de preparativos con un día que salió espléndido. Un año más, el grito de “La muy noble, muy leal, muy valerosa y muy siempre fiel ciudad de Hondarribia, gora! Gora Ama Guadalupekoa! Gora Hondarribia! Gora Euskal Herria! ¡Batallón, rompan filas! dio carpetazo a una jornada calurosa en lo meteorológico y en lo emotivo. Zorionak, Hondarribia!

P.S.: Como punto final, y para tener un momento de relajación después de tanto trajín, toca recomendar una película. Hoy tengo clara mi recomendación, algo para cantar y bailar, el musical entre los musicales, “Cantando bajo la lluvia”. Y qué otra escena podía elegir salvo aquella en la que Gene Kelly nos da una lección magistral del buen provecho que se puede sacar de un paraguas negro.