sábado, 5 de enero de 2008

Haur eder baten bila gabiltza zoratzen

Son las diez de la noche y en casa reina el silencio. Hace un rato hemos puesto los zapatos recién limpiados delante del Belén al que los Magos de Oriente se han ido acercando poco a poco durante toda la Navidad.

Oigo ruidos, cuchicheos, risitas. Se abre una puerta, se oye el inconfundible cris-cras del papel de regalo. Es la noche más mágica del año, una de las dos noches en que más me cuesta conciliar el sueño. No tengo la más remota idea de lo que me van a traer. Sólo he pedido una cosa material: el último disco de Mikel Laboa, que hay que pagarle la jubilación al buen hombre.

Por la mañana se desvelará el misterio. El conjunto ordenado de paquetes envueltos con esmero y cariño dará lugar a un revuelto en el que se mezclarán ropajes, colonias, alguna que otra sorpresa y que, por un momento, nos devolverá a los recuerdos de cuando éramos criaturas inocentes.

Estiraré el momento y abriré el último, no porque me crea especial, sino por disfrutar con cada uno de los regalos de los demás y para estirar un poco una Navidad espléndida, llena de cantos, comidas, risas y juegos de cartas. Cuando abra el último paquete y coma el último trozo de Rosco de Reyes se habrá acabado de verdad. Será hora de cambiar de disco en el coche, de meter en el cajón de la ropa que sólo se saca una vez al año la txapela y las abarcas y de mirar al calendario todo lo que nos queda para llegar al año que viene.

Felices Reyes

miércoles, 2 de enero de 2008

Prosit Neujahr!

Éste es el grito que dedican los profesores de la Wiener Philharmoniker (Orquesta Filarmónica de Viena) desde hace mucho las mañanas de cada primero de año desde la sala dorada del Musikverein de Viena.

Se trata del concierto de música clásica más visto en el mundo, probablemente el único que verán muchas personas a lo largo del año como comentaba hoy Pérez Arteaga en televisión. Es un concierto especial, distinto, y su concepción también lo fue. Para empezar, el primer concierto de Año Nuevo se celebro el 31 de diciembre de 1939 y ni tan siquiera fue calificado de tal manera sino como “Concierto Especial”. Se trató de una oportunidad única con doble motivo: honrar a uno de los músicos vienes con más solera como era Johann Strauss hijo y segundo, y de manera sutil, reivindicar la esencia nétamente austríaca de la orquesta y el país poco tiempo después de que Austria hubiera sido anexionada a la Alemania de Hitler.

Bajo la batuta de Clemens Krauss, auténtico artífice de esta tradición, comenzó este concierto que al principio no incluía las dos obras que hoy en día se interpretan como las dos últimas propinas: “El Bello Danubio azul” y la “Marcha Radetzky”. El concierto ha permitido mantener en el imaginario popular estampas de la Austria más romántica, en gran medida, gracias a la labor desarrollada ininterrumpidamente durante 25 años en la dirección de la orquesta por Willy Boskovsky.

A partir de los años 80, dejando a un lado el romanticismo y centrándose en el aspecto pecuniario, la batuta la han llevado de manera alterna directores de la talla de Lorin Maazel, Herbert von Karajan (en una única ocasión poco antes de su muerte), Carlos Kleiber, Riccardo Muti o Zubin Mehta. A pesar de que se vea demasiado envuelto por el mercantilismo, resulta siempre placentero escuchar las músicas de la familia Strauss y compañía y regalarle a la vista el magnífico espectáculo brindado por una realización televisiva espectacular que sabe en cada instante qué parte de la orquesta debe enfocar.

Personalmente, para los que se quieran inicar en los valses, marchas y polkas, me parecen de visionado obligado los conciertos de 1987 con HvK, 1989 y 1992 con Kleiber, especialmente estos dos últimos.

Por tanto, como se ha oído este mediodía sólo me resta decir:

Die Wiener Philharmoniker und ich wunschen Ihnen: Prosit Neujahr!

lunes, 31 de diciembre de 2007

Legiarekin kunpli dezagun urte berriaren bezpera

Urtezar, es hora de decir adiós al año y qué mejor manera de hacerlo que cantando. Es costumbre ancestral que se extiende por todo el Bidasoa llegando hasta Oyarzun y Rentería salir a cantar con el día de hoy, no desde el punto de vista más solemne o religioso como el día 24 sino de forma más festiva entonando las coplas de Urtezar, coplas que se encuadran en algo más general como son las canciones de cuestación (es decir, no son coplas exclusivas de este día ni de esta zona, sino que en otros lugares se cantan similares en Santa Águeda, por ejemplo).

Las coplas se desarrollan más o menos de la siguiente manera, según nos contaba Aita Donostia en sus Apuntes de folklore vasco:

El plan de la poesía es: un saludo general del coro con el que alterna el solista. La primera copla que canta éste es de alabanza al Santísimo Sacramento o a la Virgen. Como en las demás estrofas no aparece este carácter religioso que pueda darnos a entrever algún resto de ceremonia religiosa, ¿cabría suponer que los sacerdotes procuraron cristianizar una costumbre que tal vez no lo fuera? Después de la salutación sigue la petición de licencia para cantar. En las demás coplas se elogian las cualidades naturales o morales de la familia a quien se canta y que, indudablemente, sonreirá al oír aquellos piropos tan subidos de categoría que les dirigen los Olentzerolaris.

Como muestra, aquí quedan unas cuantas coplas de las que entonaremos esta tarde:

Dios te salve! ongi etorri,
gabon Jainkuak diyela;
legiarekin kunpli dezagun
urte berriren bezpera.

Alabatua, bedeinkatua
O Sakramentu Santua;
pekatuaren mantxarik gabe
zeña dan konzebitua.

Au aiziaren epela!
Airian dabill orbela;
etxe ontako jende leyalak
gabon Jainkuak diyela.

Agur, agur, nagusiya
txapela daukat irauntzia
zuregandikan bihar genuke
kantatzeko lizenzia

Emango bauzu, emazu,
bestela ezetz esazu;
ate onduan otza iltzera
amak ez gaitu bialdu.

Eskupekua artu degu ta,
orain abia gaitian;
adiosikan ez degu eta
agur ikusi artian