jueves, 18 de octubre de 2007

Descangayado

No sé por qué, pero llevo día y medio cabreado como un mono. Es una sensación que generalmente suelo tener los domingos por la tarde cuando preparo las cosas para venirme a este Edén de los olores que es Mondragón. Me sucedía algo similar cuando estaba en Bilbao, que los domingos por la tarde ni yo me aguantaba a mí mismo.

Sin embargo, esta vez ha venido de repente y no sé muy bien la razón, pero la cuestión es que estoy marmarreando por todo y contra todo, como si alguien me debiera dinero, dándole vueltas una y otra vez a una de las frases predilectas que circulan por las alturas: “La amistad se mantiene cuando la cesta va y viene”. Supongo que de manera injustificada, pero me apetece quejarme de todas aquellas situaciones y aquellas personas que pasan por lo alto esta máxima, y no estoy hablando necesariamente de amigos, de los que no tengo ninguna queja.

Hablo de los que intentan amoldar las situaciones sólo a su antojo, aquellos a los que das mucho más de lo que recibes de ellos (que se supone que dar es desinterasado, pero hombre, tampoco hay que pasarse), de los frontones mal hechos en los que la pelota hace extraños, de las obras de la A-8, del INEM, de este país y de no sé qué más.

Pero bueno, como no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista, supongo que el humor, como el viento, cambiará. Nos iremos preparando, mientras tanto, recordando los versos escritos por Xabier Amuriza y que de forma magistral interpretaba el malogrado Imanol Larzabal, una mejores y más personales voces que ha dado el País de los Vascos:

Euskal Herriko tristura
soineko beltzen joskura,
txori negartiz bete da eta
umorez hustu da.
Emaidazue freskura
ura eskutik eskura,
izarren salda urdina edanda
bizi naiz gustora.

Mundua ez da beti jai
inoiz tristea ere bai,
bainan badira mila motibo
kantatzeko alai.
Bestela datozen penai
ez diet surik bota nahi,
ni hiltzen naizen gauean,
behintzat, eizue lo lasai.

Que seáis felices... si os dejan.