viernes, 28 de septiembre de 2007

Diez años y una boda

26 de septiembre de 2007. En una de las innumerables idas y vueltas que constituyen la jornada laboral retorno fotocopias bajo el brazo a mi puesto cuando me encuentro con una estampa que me retrotrae exactamente diez años en el tiempo. Un chaval y una señora, aparentemente la madre del otro sujeta, sacando bártulos de un coche. Es su primer día de universidad.

Bilbao, Avenida de Sabino Arana, septiembre de 1997, en el coche del aita suena “Herria eta hizkuntza” de Mikel Laboa. Al día siguiente empiezo a la Universidad y voy a un Colegio Mayor. Servidor de ustedes, que es muy amazulo, está aterrado. Recuerdo perfectamente las primeras caras, la ropa que llevaba y mi primera cena: sopa de fideo y tortilla de patata. Estaba a punto de comenzar una experiencia irrepetible, no diré que fueron los mejores años de mi vida porque espero que estén todavía por venir, pero los recuerdo con añoranza en sus buenos y en sus malos momentos, en sus gozos y en sus sombras.

De todo eso queda el poso y un puñado de amigos del alma. Nos juntamos unos cuantos hace dos semanas. La verdad es que nos cuesta cada vez más quedar, pero el recuerdo siempre está presente: las partidas de cartas, las sesiones de estudio a altas horas de la madrugada cuando nos partíamos de risa pensando en los ejercicios imposibles que nos podían poner en el examen del día siguiente, las enfermedades y los zumos de naranja, los partidos del Athletic y de la Real, las sesiones interminables de canturreo y esas grandes grabaciones musicales.

Mañana se casan Nerea y Marci. Bejondeizuela!

lunes, 24 de septiembre de 2007

Por lo criminal

Nada más adecuado para comentar lo que fue el partido de ayer en el “Ciudad de Levante” que acudir al repertorio de máximas de Luis Aragonés. Como tres meses atrás Levante y Athletic se veían las caras con necesidad de ganar, pero con necesidad de ganar en la jornada 5, no en la jornada 38.

Sin embargo, el partido resultado en cierto modo angustioso porque el Athletic sigue sin poder hacer juego con fluidez y sin poder rematar un partido sin agobios. El precio que se paga por intentar ganar no es siempre barato: desprecio del fútbol coherente, un expulsado por estar defendiendo con los nervios a flor de piel, un paquete de Chaskis y una bolsa de pipas (de las grandes).

En resumidas cuentas, que hasta que se demuestre lo contrario, seguimos abocados al sufrimiento y a merced de golpes de fortuna como que el equipo rival estrelle un lanzamiento de penalti en la cruceta provocado por algún defensa (que así se llaman hasta los que defienden poco y mal) se empeñe en bailar sevillanas dentro del área.

La otra acción por la que se recordará este partido es por el segundo gol de Aduriz con un rival tendido en el suelo. No entraré yo a calificar dicha acción ni a discutir si Aduriz ve o no ve que está en el suelo. Es evidente que habría resultado de gran elegancia tirar el balón fuera como en su día hiciera Telmo Zarra habiendo podido marcar casi a portería vacía, pero no es menos cierto que el Levante ante la misma circunstancia (Ocio tendido en el suelo) y pocos minutos antes tomó la misma determinación que los rojiblancos, continuar con la jugada y disparar a puerta.

Sin embargo, el fariseísmo de algunos comentaristas es tal que pasan este último hecho por alto. Nos pasó lo mismo hace un año en el derbi de la primera jornada: penalti a favor con mano del propio Aduriz al que, con razón, pusieron a caer de un burro por tramposo. ¡Qué ocasión perdió Aduriz para tirar el penalti fuera como acto de contricción (decían los unos y los otros)! Sin embargo, una mano “milagrosa” del Kun Agüero fue declarado por la prensa patria como gesto de picardía. ¡Fariseos!

La Liga no descansa. El miércoles nos visita el Atlético de Madrid de Aguirre al que, los de siempre, ya le han intentado mover el banco: los que antes idolatraban a Segurola y ahora se mofan de él, los que ponen a parir a Olano (con razón o sin razón) para no perder costumbres adquiridas hace años, los que se descoyuntan de risa con las costillas rotas del Rubio de Barakaldo, ...