jueves, 10 de enero de 2008

Patochada

Una de las sensaciones más futboleras que puede haber es la de ir a San Mamés un miércoles de Copa. Parece que nada va a suceder en una tarde invernal de miércoles y, de repente, los vomitorios empiezan a escupir hinchas que llegan con la esperanza de reverdecer laureles y recuperar tardes de gloria.

Y de repente... la cruda realidad. A cinco minutos para comenzar el partido, un campo casi centenario asiste con bochorno a un borrón impropio de un club serio: los operarios del campo están repintando las antiguas líneas de banda devolviendo al terreno de juego sus dimensiones habituales que había perdido instantes antes por mor de una argucia del entrenador.

No entraré a discutir si es legal o no, y no me vale como excusa la que apuntaba Caparrós en la rueda de prensa tras el partido: “Otros equipos no riegan el césped cinco desde cinco días antes de la visita del Athletic y dejan crecer la hierba”. Suena a excusa de niño pequeño.

Todo esto me recuerda a las que montaba Napoleón de Tarifa, hombre dado al capricho y bufón de la corte al que se le rieron las gracias mientras todo iba bien: los kleenex de Antic en la rueda de prensa, supersticiones varias como que perder el primer partido le daba suerte, ...

Caparrós tiene que aprender que todavía no tiene el crédito suficiente para andar con semejantes patochadas.

Por cierto, otro triste empate que dejó en evidencia todas las carencias del equipo. Pero bueno... mientras hay vida hay esperanza y habrá que ver si la montaña olímpica hace reavivar la tenue llama que casi no nos alumbra por los senderos pedregosos por los que nos movemos desde hace tiempo.

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