lunes, 23 de julio de 2007

Días de mucho... vísperas de más

¡Qué espectáculo! Hacía mucho tiempo que viendo una etapa no me ponía a grito pelado delante del televisor y ya van dos días seguidos. Ayer fue una gran jornada con un Contador estelar y un Rasmussen no menos notable. Lástima Mayo al que la carrera se le está empezando a hace run poco larga.

Y hoy ha sido el no va más (“rien ne va plus”, como repite una y otra vez el crupier del Café Rick’s en Casablanca). Primera hora y media de carrera impresionante, con sucesivos intentos de escapada no consentidos por donde ha pasado gente como Moreau, Schleck, Valverde o Pereiro.

Finalmente la escapa del día formada por hombres importantes de la zona media de la tabla (bravo por Zubeldia) y por un Vinokourov que por cada una de las muescas de sus maltrechas rodillas trata de cobrarse venganza.

Han transitado grandes montañas con preciosos paisajes, el Portet d’Aspet que viera caer para siempre al italiano Casartelli, el Col de Mente que robó un Tour al difunto Luis Ocaña (espeluznantes las imágenes donde se ve cómo es arrollado por otro corredor cuando trataba de reemprender la marcha tras haber caído por primera vez), un puerto inédito (que es mucho decir en una carrera más que centenaria) que ha ofrecido increíbles estampas con niebla cerrada por una de las caras y un cielo azul que ha posibilitado un descenso tranquilo por una carreterita estrecha, ...

Con el triunfo de etapa por delante, donde el biodiesel Zubeldia se ve impotente ante el repris del gasolínico Vino, el espectáculo y la lucha (la “bagarre” que dicen los comentaristas franceses) se ha desatado atrás en el último kilómetro del Peyresourde. ¿Cuántas veces ha demarrado Contador? No sé si han sido cuatro o cinco, pero ha conseguido levantarnos del sofá (por lo menos a mi hermano y a mí) viendo como lanzaba sprints interminables intentando sacar de rueda a un Rasmussen que ha demostrado tener tres bemoles.

Ha sido apasionante, me ha recordado a Beloki aquel año en que todos pensamos que podía desbancar a Armstrong antes de la maldita caída bajando la Côte de la Rochette camino de Gap, atancando cuesta arriba y cuesta abajo, sabiendo leer la carrera porque sabe y porque le han enseñado bien.

Mañana toca tomar aire, y el miércoles debe ser la madre de todas las batallas. Por lo menos así lo esperamos los que estaremos pegados al televisor (si nos dejan) queriendo pasar otra jornada memorable de este deporte irremplazable que es el ciclismo.

P.S. Escuchando la radio después de la etapa de ayer pude oír al gran Javier Ares (Onda Cero) y me alegré de un recordatorio hacia la persona que descubrió a Contador y a la que sus errores por un lado, y la envidia (casi odio) de otros han enterrado: Manolo Saiz. Se habla mucho de Echávarri y de Unzue, pero si un grupo ha llegado al corazón de muchos de nosotros, han sido los equipos de Manolo. ¿Dopaba a sus corredores? Probablemente. Pero muchos de los dedos que le han acusado seguro que tampoco son trigo limpio.

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