miércoles, 2 de enero de 2008

Prosit Neujahr!

Éste es el grito que dedican los profesores de la Wiener Philharmoniker (Orquesta Filarmónica de Viena) desde hace mucho las mañanas de cada primero de año desde la sala dorada del Musikverein de Viena.

Se trata del concierto de música clásica más visto en el mundo, probablemente el único que verán muchas personas a lo largo del año como comentaba hoy Pérez Arteaga en televisión. Es un concierto especial, distinto, y su concepción también lo fue. Para empezar, el primer concierto de Año Nuevo se celebro el 31 de diciembre de 1939 y ni tan siquiera fue calificado de tal manera sino como “Concierto Especial”. Se trató de una oportunidad única con doble motivo: honrar a uno de los músicos vienes con más solera como era Johann Strauss hijo y segundo, y de manera sutil, reivindicar la esencia nétamente austríaca de la orquesta y el país poco tiempo después de que Austria hubiera sido anexionada a la Alemania de Hitler.

Bajo la batuta de Clemens Krauss, auténtico artífice de esta tradición, comenzó este concierto que al principio no incluía las dos obras que hoy en día se interpretan como las dos últimas propinas: “El Bello Danubio azul” y la “Marcha Radetzky”. El concierto ha permitido mantener en el imaginario popular estampas de la Austria más romántica, en gran medida, gracias a la labor desarrollada ininterrumpidamente durante 25 años en la dirección de la orquesta por Willy Boskovsky.

A partir de los años 80, dejando a un lado el romanticismo y centrándose en el aspecto pecuniario, la batuta la han llevado de manera alterna directores de la talla de Lorin Maazel, Herbert von Karajan (en una única ocasión poco antes de su muerte), Carlos Kleiber, Riccardo Muti o Zubin Mehta. A pesar de que se vea demasiado envuelto por el mercantilismo, resulta siempre placentero escuchar las músicas de la familia Strauss y compañía y regalarle a la vista el magnífico espectáculo brindado por una realización televisiva espectacular que sabe en cada instante qué parte de la orquesta debe enfocar.

Personalmente, para los que se quieran inicar en los valses, marchas y polkas, me parecen de visionado obligado los conciertos de 1987 con HvK, 1989 y 1992 con Kleiber, especialmente estos dos últimos.

Por tanto, como se ha oído este mediodía sólo me resta decir:

Die Wiener Philharmoniker und ich wunschen Ihnen: Prosit Neujahr!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

BoL y yo nos preguntamos quién es ese HvK, e, JOy?

Javier Oyarzun dijo...

Sorprendente ramalazo de ignorancia viniendo de pseudointelectual de semejante calibre. Después de este gruñido desde el respeto os contesto: HvK= Herbert von Karajan.